Con la llegada de septiembre se prepara el regreso a las aulas, en el que alumnado y profesorado tendrán que aprender a vivir con la nueva normalidad, lo que supone adaptarse a una serie de medidas que les permitan desempeñar su labor y al mismo tiempo protegerse frente al COVID-19.
Aunque para cualquier niño o niña esta nueva realidad resulta complicada, la situación se acentúa en todas aquellas familias en las que hay un niño o una niña con necesidades educativas especiales, pues para ellos supone un cambio transcendental, por lo que muchos padres optan por no llevarlos al colegio y educarlos desde casa. Esta medida ha tenido mucho revuelo, siendo ya varias AMPAS y otras asociaciones las que apoyan esta iniciativa.
En España la educación es obligatoria desde los 6 a los 16 años, por lo que todos los niños en este tramo de edad deben acudir a un centro educativo, siendo responsabilidad de los padres su escolarización. Sin embargo, en las circunstancias actuales obligar a padres y madres a enviar a sus hijos al colegio sin poder proporcionarles una vuelta 100% segura hace que muchos se lo estén pensando, teniendo en cuenta que muchos de los niños conviven con personas vulnerables o que ellos mismos lo son.
En el caso de los niños con necesidades educativas especiales, la vuelta al cole supone una situación de desventaja, pues las medidas establecidas no tienen en cuenta sus necesidades y tener que acatarlas supone un gran esfuerzo por su parte.
Dificultades en la escolarización de niños con NEE durante el coronavirus
Entre las principales dificultades que los niños con NEE tendrían que enfrentar se encuentran:
- El uso de mascarillas será obligatorio de 6 años en adelante y recomendable de los 3 a los 6 años. Sin embargo, están exentos aquellos niños que por su situación resulta imposible que la utilicen, como son los niños con TEA. Esto implica que van a tener que convivir con sus compañeros sin ningún tipo de protección, dando lugar a que se expongan a una mayor probabilidad de contagio. A esto se suma la discriminación por no llevarla, ya que “si yo la tengo que llevar ¿por qué él no?” o el “no te acerques a ese niño porque no lleva mascarilla y puede contagiarte”. Una posible solución a esto sería utilizar pantallas, facilitando la comunicación para aquellos niños que necesiten contacto visual y proporcionando un elemento de seguridad a aquellos niños más desprotegidos.
- Distancia interpersonal de 1,5 metros. Según se indica, las aulas se distribuirán en subgrupos, buscando que se cumpla la distancia interpersonal establecida para evitar el contacto físico entre los alumnos. En primer lugar, con un único profesor para 20 alumnos resulta ya complicado de por sí conseguir que ninguno se mueva de su sitio o que toque las cosas de su compañero, pero si a esto se le suma que hay niños con necesidades especiales que necesitan tocarlo todo o que cuando algo les llama la atención, o simplemente lo quieren, van a por ello, resulta ya imposible. En estos casos ¿cómo se conseguiría mantener esa distancia de seguridad? En segundo lugar, qué ocurre con aquellos niños que necesiten cuidados físicos de un profesional a lo largo del día, tales como niños con sondas, niños que necesiten apoyo en sus desplazamientos o niños que simplemente necesiten ayuda en el lavado de manos. ¿Cuál será el protocolo a seguir en estos casos?
- Dificultad en la comprensión de las medidas. Por lo general, los niños con necesidades educativas especiales siguen una rutina a la hora de asistir al colegio para que les resulte más fácil. Esta rutina hay que trabajarla con ellos para que adquieran el hábito y así sepan que está pasando en un cierto momento y qué va a pasar a continuación, evitando que se sientan desorientados. Dicho esto, ¿qué va a ocurrir cuando un niño con alguna necesidad educativa especial entre de nuevo en su colegio y vea que toda su rutina ha cambiado? Cuando tenga que entrar por una puerta distinta a la habitual, cuando el sitio en el que se sienta haya cambiado para poder mantener la distancia con sus compañeros o cuando se modifique la hora de salida al recreo para poder mantener los grupos burbuja. Para ellos esto implica un gran cambio, lo que va a dificultar su proceso de aprendizaje, al tener que estar preparados para adaptarse a la nueva rutina, enfrentándose al estrés y a la ansiedad que les genera.
- Nuevas pautas de higiene. Una de las nuevas medidas es que los niños deberán lavarse las manos 5 veces al día. Si ya de por si resulta difícil que todo un grupo acuda al baño para lavarse las manos de manera escalonada, sin aglomerarse y sin juntarse con otros grupos, la dificultad se acentúa cuando en el grupo aula se encuentra un niño con necesidades especiales que a lo mejor no entiende ni porque tiene que hacerlo. Lo mismo ocurre a la hora de toser o de estornudar, pues debe de hacerse usando el antebrazo, algo que para estos niños con NEE resulta complicado, pues es muy fácil que se les olvide.
- Grupos burbuja estables. Una medida a tomar es que se crearán aulas burbuja en las que los niños sólo podrán mantener contacto con otros de su mismo grupo, buscando así reducir el número de afectados en caso de que haya un niño con síntomas o contagiado. En el caso de niños con NEE, resulta beneficioso que se junten con otros niños que tienen las mismas dificultades, pues puede ser de gran ayuda para ellos. Al crear estos grupos burbuja se les quita esta posibilidad, haciendo que tengan que permanecer en la misma aula toda la jornada escolar.
- Falta de profesionales o profesionales especiales compartidos. Por lo general en un colegio suele haber un mismo profesional de Pedagogía Terapéutica o de Audición y Lenguaje para todos los alumnos del centro que requieran de su ayuda. Esto implica que se van a romper los grupos burbuja al no poder contar con un especialista para cada niño y que lo más probable es que se reduzcan las horas de apoyo por falta de personal cuando más lo necesitan. Así mismo, debería existir la figura de un profesional que tenga el equipo de protección adecuado para poder acercarse a un niño que lo necesite, como por ejemplo a un niño con TEA que en un momento de estrés se agrede a sí mismo y que necesita que alguien lo contenga.
A pesar de estas dificultades, los padres son conscientes de que sus hijos necesitan ir a la escuela, tanto para recibir ayuda de profesionales del centro, como para poder socializar con sus compañeros, algo que para muchos de ellos es básico. De ahí que lo que busquen sean medidas reales de seguridad en las que puedan confiar a la hora dejar a sus hijos durante toda una jornada escolar en el colegio.
Importancia de la flexibilidad educativa ante el COVID-19
Actualmente, las medidas contempladas en los protocolos no pueden garantizarles que sus hijos estén a salvo, por ello los padres que tienen hijos con necesidades educativas especiales piden que se contemple la flexibilidad educativa y que se les ofrezca la posibilidad de elegir educar a sus hijos en casa o en el colegio, evitando sentirse coaccionados a llevar a sus hijos al centro por miedo a las medidas legales que se puedan tomar contra ellos.
En ningún momento piden que se retrase el inicio del curso o se niega proporcionarles educación a sus hijos, sino poder hacerlo en un entorno donde pueden aprender sin la necesidad de estar expuestos a un posible contagio y en el que se sientan seguros.
¿Eres familiar de un niño/a con necesidades educativas especiales y quieres exponernos tu caso? Anímate a escribir en los comentarios para que tu situación llegue a otras familias, o bien a aquellas personas que pueden tomar decisiones en este campo, y así poder defender los derechos de todos los niños/as y sus familias durante la crisis del coronavirus.
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