Los expertos insisten en que nunca hay que perder de vista las peculiaridades del alumno con TEA para poder adaptar el programa de intervención a sus necesidades específicas.
Sin olvidar este supuesto, he aquí las áreas principales que se deben trabajar con el niño autista:
1.- Habilidades sociales
Conocer los intereses personales de los alumnos es una excelente forma para adaptar los contenidos a aquellos temas que le gustan. Pero, además es una forma óptima de fomentar las habilidades sociales del estudiante con TEA ya que podrá compartir sus aficiones o intereses con el docente y con los compañeros.
2.- Reconocimiento y expresión de emociones
Mostrar al niño dibujos, fotos o vídeos que representan estados de ánimo, le ayudará a interpretar sus propias emociones como las de los demás.
3.- El contacto visual
Durante las interacciones con el niño, ya sea durante las conversaciones o cuando le va a dar instrucciones, el adulto debe invitar al niño a que le mire a la cara. Los juegos de imitación son un buen reclamo para acostumbrar al niño a mantener el contacto visual con los demás.
4.- La comunicación
Dependiendo de la edad del niño autista y de la fase de desarrollo lingüístico en la que se encuentre, el profesional especialista y el profesor deben programar actividades (juegos, canciones, signos y pictogramas…) para despertar la necesidad de comunicación del niño (verbalizar necesidades como “Quiero agua”). Si el niño ya formula sus demandas verbalmente, el siguiente paso consistirá en nutrirle de un vocabulario más amplio y rico para después entrenarle en la creación de frases uniendo palabras. Si su comunicación es más limitada, las señales visuales serán vitales para impulsar su comunicación y utilizarlas como apoyo.
La cortesía
Los menores con TEA presentan dificultades para relacionarse socialmente. Por eso, se pueden aprovechar espacios como los de llegada o salida del aula para practicar cómo saludar y despedirse, en este caso de sus compañeros y profesores. Igualmente, para ensayar acciones tales como dar o pedir algo.
Lenguaje claro
La forma de comunicarse con niños con autismo es clave. Por este motivo es necesario tener captada su atención antes de darles cualquier indicación. Teniendo esto en consideración deben evitarse expresiones que puedan causar confusión; por ejemplo, es mejor decir siéntate en lugar de no te levantes. De ser las instrucciones demasiado largas, entonces conviene desglosarlas en pequeños bloques o pasos.
Aprendizaje de hábitos y creación de rutinas para favorecer su autonomía.
Para lograr estos objetivos es clave mostrar al niño la pauta detallada de la secuencia de comportamientos que debe realizar, si quiere lograr la conducta meta. Las instrucciones en forma de pictogramas y puzzles son un gran apoyo para la ejecución de este tipo de tareas.
Organización
Vinculado a lo anterior, se debe mantener la misma agenda y estructura de las clases y actividades, ya que cualquiera alteración del orden podrá hacer que se sienta perdido, ya que los alumnos con autismo son extremadamente organizados. Si es necesario introducir cambios improvisados será útil usar, de forma repetida, señales verbales y/o visuales de aviso como por ejemplo un tablero que ponga antes y ahora, o hablarlo previamente con la familia.
Entrenar su motricidad fina (p.ej., pintando objetos pequeños) y la motricidad gruesa (p.ej., jugando a la pelota).
Trabajar la lateralidad con ejercicios cruzados (“Tócate la oreja derecha con la mano izquierda”).
Autoestima y confianza
Aumentar la autoestima y confianza se puede lograr celebrando con elogios o premios los buenos resultados que obtenga el niño al realizar determinada tarea. Eso sí, conviene tener en cuenta que si bien esto funciona para muchos alumnos con autismo a otros puede no gustarle. Por eso, es importante conocer bien a cada estudiante para saber cómo actuar con cada uno.
Enseñarle a manejar la ansiedad frente a esos estímulos que habitualmente angustian al niño.
¿Cómo? El profesor debe enseñarle a predecir la situación estresante y tratar de que se relaje con ejercicios de respiración guiados. También puede animarle a practicar un poco de ejercicio físico antes de la exposición al estímulo ansiógeno o disponer de espacios “seguros” dentro del aula donde se les dé la oportunidad de tener un tiempo para ellos en este entorno para calmarse, aprendiendo así a asociarlo con un lugar de calma y tranquilidad.
Estímulos sonoros
Muchos menores con TEA presentan hipersensibilidad sensorial y suelen asociar con situaciones estresantes ciertos estímulos sonoros. Si bien es necesario desarrollar esta habilidad auditiva en los alumnos, es recomendable introducirlos de forma paulatina y en cortos periodos de tiempo.
Colaboración y participación de la familia en el proceso de aprendizaje
Los padres deben estar al tanto de las áreas que se están trabajando con el niño (en el aula especial y en la ordinaria) y poner en práctica esas mismas actividades pedagógicas en casa para el refuerzo de aprendizajes.
Cubre sus necesidades especiales, pero sobre todo… ¡Refuerza sus talentos!
El niño autista no solo se caracteriza por manifestar una serie de dificultades en su desarrollo como individuo, también dispone de pequeños grandes talentos que beneficiarán su aprendizaje: su minuciosidad en la realización de tareas, sus altas destrezas en tareas mecánicas o la curiosidad que muestra ante el funcionamiento de un objeto.
En resumen: reforzar las competencias propias del niño, cubrir sus necesidades especiales y fomentar una intervención personalizada en sus dificultades de desarrollo son los tres preceptos básicos sobre cómo trabajar con niños autistas.